Trías de Bes y los peligros de convertir tu negocio en una ONG
Las ventas esclavizan y los beneficios realizan.
Así pone título Trías de Bes a un apartado muy interesante en su libro: “El libro negro del emprendedor”.
Dice que en las escuelas de negocio se insiste mucho en que las empresas tienen que crecer. Crecer. Crecer y crecer.
Pero él dice que hay que tener mucho cuidado en cómo crecer.
Habla de una empresa textil que llevan tres hermanos. No sé si el caso es real o inventado, me da igual, porque lo que enseña es perfecto.
Dice que las ventas de la empresa iban muy bien: 20 millones anuales, lo cual parece todo un éxito.
¿Pero qué es el éxito?
Los hermanos apenas alcanzaban los 500 mil euros anuales de beneficios y tenían el nivel de cortisol por los techos.
Entonces hicieron un análisis de su cartera de clientes y descubrieron que un puñado de clientes les traían el total de sus dolores de cabeza: se atrasaban con los pagos, traían conflictos de todo tipo y exigían descuentos insostenibles.
En cambio, unos pocos buenos clientes eran los que les aportaban beneficios. Clientes que valoraban su producto y no ponían mil pegas a cada paso.
Tal y como estaban las cosas, vieron que los buenos clientes mantenían a la empresa, salvandola de los pésimos acuerdos comerciales que tenían con los otros. En otras palabras: los buenos clientes subsidiaban a los malos.
¿Qué hicieron?
Deshacerse de clientes pesados, aunque con eso bajaron la facturación a 15 millones de euros.
Dedicaron todo lo que se ahorraron en estrés a hacer mejoras en calidad y estrategia, y a crecer con cautela, con pasos lentos y seguros.
Los hermanos pasaron de obtener 500.000€ de beneficios a 1,5 millones. Es decir, se quedaron con menos ventas que salen más a cuenta.
Salvando las distancias, aunque tu facturación nunca haya visto tanto cero, apunta en la misma dirección: la calidad antes que la cantidad.
Porque te aseguro que no quieres más clientes, salvo que sean buenos.
Más y mejores clientes.
Mejores son los que están en sintonía con tu manera de hacer lo que haces, los que valoran tu enfoque, los que trabajan con una filosofía similar a la tuya. Los que se quedan satisfechos. Los que entienden de su negocio lo suficiente como para saber el valor de las cosas, y del tiempo.
A ellos te diriges cuando escribes.
A los demás, no los quieres ni cerca. No tengas miedo de caerles mal, muy mal.
Es lo mejor que te puede pasar.