Un día estaba chateando por el Tinder con un tío de lo más majo, cuando me soltó tres preguntas inquietantes.
Todo el asunto me llevó a escribir este breve texto acerca de la línea que divide la persuasión de la manipulación.
Bueno, y te cuento qué pasó con el tío…
Si quieres vender, aprende a utilizar los puntos de dolor en tus textos comerciales.
No te queda otra alternativa.
Pero sin pasarse, que si no sonarás como mi abuela asustando con lo del hombre del saco.